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México, D. F., 5 de julio (Redacción Salud Mundo de Hoy).- La trombosis es una enfermedad del aparato circulatorio que genera coágulos de sangre que impiden la buena circulación en las arterias y venas, ocasionando dolor y en el peor de los casos, la muerte.
Como se mencionó en la publicación pasada, existen dos tipos de trombosis: la venosa y la arterial.
Los síntomas más comunes que presenta el padecimiento son, el aumento de los coágulos de sangre en arterias y venas, dolor aislado en las pierna –por lo general en la pantorrilla o la parte media del muslo-, así como hinchazón de la extremidad y varices.
Para poder diagnosticar de manera eficaz la trombosis se debe realizar una historia médica completa y una revisión física, incluyendo exámenes de sangre, pruebas de hipercoagulabilidad, así como la inyección de un contraste y la cateterización para establecer la presencia de los dos tipos de trombosis.
Existen diversos tratamientos para atender el trastorno; sin embargo, antes de prescribirlo, el especialista debe tomar en cuenta la edad del paciente, el estado general de salud, su historia médica, la extensión y tipo de trombosis, la tolerancia o alergia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias; así como saber las expectativas para el camino que seguirá la enfermedad.
Después de analizar los puntos antes mencionados, el especialista ya está en posición para determinar el tratamiento adecuado para el enfermo, el cual puede incluir medicamentos anticoagulantes, como la “coumadina” o la “heparina” y catéteres –para expandir el ancho, o lumen de los vasos implicados-.
También se puede incluir el activador del plasminógeno tisular (t-PA, por sus siglas en inglés) o enzimas para disolver los coágulos –estreptocinasa-.
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