A pesar de su nombre, se trata de un síndrome caracterizado por la presencia de otras muchas manifestaciones además de la anemia. Las más relevantes:
- – Insuficiencia medular progresiva (anemia, leucopenia y trombocitopenia).
- – Anomalías somáticas constitucionales.
- – Predisposición a desarrollar leucemias mieloblásticas agudas (LMA), síndromes mielodisplásicos (SMD) y tumores sólidos.
La frecuencia de portadores (heterocigotos) de la mutación responsable de esta enfermedad es de 1 cada 300 y la de afectos (homocigotos) de AF es 1 de cada 100 mil nacidos. La herencia es autosómica recesiva excepto en unos pocos casos en que se asocia al cromosoma X.
En 80% de los pacientes las alteraciones se detectan entre los 4 y los 14 años (mediana 7 años) aunque pueden ser detectadas entre los 0 y 35 años.
Tipos de anemia de Fanconi
Se han identificado hasta ahora mutaciones en 13 genes como causantes de la AF, así como 8 proteínas dependientes de ellos (FANC A, FANC B, FANC C, FANC E, FANC F, FANC G, FANC L y FANC I), existiendo algunas correlaciones entre subtipos de AF, mutaciones genéticas y el comportamiento de la enfermedad.
Así, los pacientes con anomalías en el radio y, además, otras anomalías (en el desarrollo, cardiopulmonares, renales, auditivas y microcefalia) presentan una pancitopenia precoz e intensa.
En los pacientes con mutaciones de FANC C la aplasia es más precoz y la supervivencia más corta que en los portadores de mutaciones en FANC A y FANC G.
Los pacientes con FANC G tienen mayor riesgo de desarrollar leucemias y tumores sólidos que los del tipo FANC A.
Los subtipos FANC D1 y FANC N conllevan riesgo de desarrollar meduloblastomas o tumores de Wilms. Las mutaciones heterocigotas en FANC D1, FANC J y FANC N comportan un riesgo incrementado de cáncer de mama.
Los síntomas
- – Insuficiencia medular. La pancitopenia (déficit de glóbulos rojos, blancos y plaquetas) se observa en más de la mitad de los pacientes pero no es infrecuente (40%) que el único hallazgo sea una trombocitopenia aislada.
- – Anomalías somáticas constitucionales. Un 25% de los pacientes no presentan anomalías o estas son mínimas. En el resto pueden ser múltiples y tan graves que se diagnostican poco después del nacimiento y exigen, a menudo, una intervención urgente. La identificación temprana de anomalías menores como las faciales, cutáneas, talla corta e hipoplasia de la eminencia tenar, facilitan el diagnóstico.
Entre las posibles manifestaciones destacan:
- – Fascies características: Base nasal ancha, epicantus, micrognatia.
- – Piel: Manchas “café con leche”, hiperpigmentación, áreas hipopigmentadas.
- – Crecimiento: Retardado, estatura corta.
- – Manos: Hipoplasia tenar, ausencia o hipoplasia del pulgar, clinodactilia, pulgarsupernumerario, sindáctila, ausencia o hipoplasia de radio.
- – Ojos: Microftalmia, estrabismo, epicantus, hipertelorismo.
- – Riñones: ectópicos o en herradura, hipoplásicos o ausentes, displasia, duplicaciones ureterales, hidronefrosis, hidrouréter, reflujo.
- – Esqueleto: Microcefalia, facies “de pájaro”, abombamiento frontal, espina bífida, escoliosis, anomalías en costillas y vértebras.
- – Genitales: En varones, hipogenitalismo, hipospadias, testículos no descendidos atróficos, micropene. En mujeres, hipoplasia en vagina y útero, atresias.
- – Corazón: Ductus arteriosus, defectos del septo interventricular, coartación aórtica, tetralogía de Fallot.
- – Tracto digestivo: Atresia esofágica, duodenal o anal, fístula traqueoesofágica, paladar ojival.
- – Oídos: Sordera o hipoacusia, atresia, displasia.
- – Sistema nervioso: Hiperreflexia, hidrocefalia, parálisis de Bell, malformaciones arteriales.
- – Desarrollo de neoplasias: Un 30% de los pacientes desarrollaron anomalías citogenéticas clonales afectando fundamentalmente a los cromosomas 7 y 8. Estas alteraciones favorecen la evolución a SMD o LMA. La probabilidad de transformación en LMA a los 40 años es del 30%.
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La incidencia de tumores sólidos es del 28% a los 40 años, siendo de 23 años la edad mediana de presentación. Los tumores sólidos más frecuentes son los carcinomas de células escamosas de cabeza y cuello (lengua, encías, faringe, esófago) y los de vulva, cuello uterino y ano.
La mayoría de estos tumores tienen mal pronóstico si no se diagnostican muy precozmente. También pueden presentar tumores hepáticos (adenomas y carcinomas) en especial entre pacientes tratados con andrógenos, tumores de Wilms, meduloblastomas y carcinomas de mama. Algunos pacientes desarrollan dos o más cánceres.
El diagnóstico
La suma de manifestaciones clínicas y las alteraciones hematológicas son, la mayoría de las veces, orientativas del diagnóstico. En ausencia de alteraciones somáticas constitucionales claras (25% de los pacientes), la orientación diagnóstica de la hipoplasia medular es mucho más compleja.
La prueba diagnóstica básica radica en el test de fragilidad cromosómica que analiza las lesiones cromosómicas inducidas por agentes clasmatógenos, mitomicina C (MMC), o diepoxibutano (DEB). Es una prueba sensible, estandarizada y específica. Los resultados se expresan en número de rupturas por célula. Si los resultados son dudosos, el test debe repetirse y, en caso de duda, hacerlo en fibroblastos de la piel.
Las pruebas de fragilidad cromosómica deben realizarse en todos los niños y jóvenes con aplasia medular, en los que presentan anomalías somáticas sugestivas de AF, en los pacientes con SMD, LMA y algunos tumores con algún rasgo fenotípico asociado, y en familiares de pacientes.
El diagnóstico debe completarse con el análisis de la mutación del gen, útil para confirmar el diagnóstico, detección de portadores, diagnóstico prenatal y diagnóstico genético pre-implantacional.
El tratamiento
Las transfusiones de hematíes y plaquetas se hacen necesarias cuando la anemia y trombocitopenia son intensas y sintomáticas.
Los derivados androgénicos (oximetolona a dosis de 2–4 mg/kg/día) pueden disminuir el grado de anemia y ahorrar transfusiones, pero debe vigilarse la aparición de efectos secundarios (virilización, aceleración del crecimiento, disfunción hepática y tumores hepáticos). Su empleo debe ser transitorio a la espera de un TPH.
El trasplante de progenitores hematopoyéticos es el único tratamiento que puede restaurar una hematopoyesis normal, pero no revierte las lesiones somáticas ni previene el desarrollo de tumores sólidos.
El empleo de los clásicos regímenes mieloablativos con ciclofosfamida e irradiación dan lugar a malos resultados por la hipersensibilidad de las células de la AF a los agentes genotóxicos que producen graves lesiones en los tejidos. Es por ello que deben emplearse regímenes de acondicionamiento de intensidad reducida adaptados a estos pacientes y evitar siempre la radioterapia.
Los pacientes con AF receptores de un TPH requieren un seguimiento estrecho por el riesgo de desarrollar neoplasias, que incluye revisiones de crecimiento y endocrinológicos, citogenética en médula ósea y exámenes orales regulares con biopsia ante cualquier lesión sospechosa.
El pronóstico
La probabilidad de transformación en LMA es del 30% y la incidencia de tumores sólidos del 28% a los 40 años.
Sin TPH la mediana de supervivencia es de 24 años. La incidencia de insuficiencia medular llega a ser del 90% a los 40 años. La muerte, en el 90% de los casos, se debe a las alteraciones hematológicas (aplasia medular, SMD, LMA) o a complicaciones derivadas de su tratamiento.
Los trasplantes realizados a partir de un hermano compatible y sano ofrecen una probabilidad de supervivencia libre de enfermedad hematológica de hasta el 90%. El empleo de otras fuentes no ofrece tan buenos resultados (no emparentados (50%) y sangre de cordón (40%)) pero éstos están mejorando día a día.
DZ
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