Una sana nutrición ayuda a crear buenos hábitos de alimentación para la vida futura además que permite un desarrollo psicomotor adecuado: talla, peso, fuerza y tonicidad son elementos que se obtienen a través de la alimentación y que forman la base de las destrezas motrices y cognitivas.
Llega un momento en la vida del bebé, en el que la leche materna de manera exclusiva, deja de ser suficiente para atender sus necesidades nutrimentales, por ello, es necesario añadir alimentos complementarios a su dieta. La transición de la lactancia exclusiva a la alimentación complementaria, es una fase de gran vulnerabilidad, debido a que es cuando la malnutrición se puede hacer presente. La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que en los países de ingresos bajos dos de cada cinco niños tienen retraso en el crecimiento. Por ello, recomienda que el bebé reciba una alimentación equilibrada y alimentos complementarios con una frecuencia de dos a cuatro veces al día, a partir de los seis meses de edad y de acuerdo a cada etapa de su desarrollo.
El inicio de la alimentación complementaria debe darse a partir del sexto mes de vida, cuando el sistema gastrointestinal del bebé ha adquirido la madurez necesaria para digerir y procesar de manera correcta los alimentos y absorber todos los nutrimentos, además de que el riñón ha madurado. Asimismo, a esta edad, existe un crecimiento neuromuscular que incentivará el desarrollo de su boca y lengua, mismo que está sincronizado con el de su sistema digestivo, por lo que puede llevar los alimentos al fondo de su boca y tragar.
Los alimentos complementarios ideales para el bebé son aquellos ricos en nutrimentos como el hierro, zinc, calcio, vitamina A, vitamina C y ácido fólico. Para asegurar que reciba todo lo que necesita para su desarrollo, es importante ofrecerle una dieta variada y equilibrada que incluya cereales, verduras y frutas, además de leguminosas y alimentos de origen animal.
La variedad de sabores y texturas en la alimentación complementaria es importante. La introducción debe darse de manera progresiva, para evitar alergias o alguna otra reacción adversa. Durante la primera etapa se deben elegir alimentos con textura extra suave, de fácil digestión y con una sola variedad de alimento por comida.
Se recomienda iniciar con cereales infantiles especializados (15 g.) elaborados con granos 100% naturales, sin conservadores y que además estén hidrolizados, es decir, que hayan pasado por el
rompimiento de las cadenas de hidratos de carbono, lo que facilita la absorción intestinal y por ende, una mejor digestión.
Los cereales son el alimento ideal para el desayuno, ya que brindan la energía suficiente para la actividad del día y contienen hierro, que ayuda a prevenir la anemia.
Posteriormente se introducen verduras y frutas, las cuales deben prepararse sin condimentos, sal o azúcar de manera que el pequeño pueda ir identificando sabores y texturas naturales, además de que esto ayudará a la creación de hábitos saludables.
Durante esta etapa, una excelente opción para complementar la dieta del bebé, es apoyarse con alimentos especializados envasados, que están fortificados con los nutrimentos necesarios para su desarrollo y que contienen las porciones adecuadas para cada etapa de su crecimiento.
Una vez que el bebé ha aceptado los primeros alimentos, se pueden introducir sabores combinados, como cereal de trigo con manzana. En una segunda etapa comienza la introducción de proteínas como pollo, pavo, res o ternera, pescado, salmón y atún; algunos derivados de la leche y leguminosas como frijoles o lentejas.
En la tercera etapa (mayor de 10 meses) se puede proveer de mayor variedad y combinaciones, con una textura gruesa e incluso con trocitos.
A partir del año de edad el bebé está listo para consumir todos los alimentos, ya que es aquí cuando el pequeño se integra a la dieta familiar, sin embargo es necesario seguir cuidando que lo que come sea acorde a sus necesidades tanto en nutrimentos como en porciones. Las consistencias y texturas deben promover la masticación y los condimentos deberán ser los adecuados para su edad.
En esta etapa se deben contemplar cinco comidas al día: desayuno, comida y cena, más dos colaciones que lo mantendrán satisfecho. Una buena opción es ofrecerle snacks saludables que sean divertidos, nutritivos y especializados, como galletas, cereales, postres de frutas, entre otros. Y que además, lo apoyen en su desarrollo psicomotriz, incentivándolo a alimentarse solo.
Es importante recordar que una vez que inicia la alimentación complementaria, la cantidad de leche materna ingerida disminuye, por lo que es aconsejable incluir otros líquidos como agua y jugos especializados para bebés, para cumplir con una correcta hidratación.
No todas las bebidas son adecuadas, los jugos deben ser 100% jugo de fruta, sin azúcar añadida, sin conservadores y colorantes, sin saborizantes artificiales y con la fortificación de nutrimentos adecuada para cada etapa del bebé, que ayuda a fortalecer el sistema inmune.
Cabe resaltar que esta ingesta de jugo debe ser complementaria a la leche materna y en porciones recomendadas, de 4 a 6 onzas (120 a 180 ml.). A medida que el bebé crece, es aconsejable elevar el consumo de agua o jugos especializados.
Los primeros dos años de la vida del niño son muy importantes, una adecuada nutrición a esta edad ayuda a crear buenos hábitos de alimentación para la vida futura.